
Ante esta declaración es importante una reflexión profunda.
El lamento y la ingratitud sin duda cierran muchas puertas, incluida la de la felicidad, para comprender esto mejor, veamos las leyes que rigen el universo, por ejemplo la ley de causa y efecto, la cual se entiende mejor cuando decimos la ley de atracción, donde por cada acción hay una reacción. El hombre sabio, por su parte, se ha tomado el tiempo de reflexionar en todo este conocimiento y ha comprendido el poder de la mente, por lo que decide enfocar sus pensamientos y acciones en alegrarse por las cosas que ya tiene, porque en primer lugar no hay forma de conseguir las cosas que no tiene, lamentándose y segundo comprende el poder de sus pensamientos para atraer las cosas que quiere, ese poder empieza con la gratitud por todo lo que ya tenemos.
Los negociantes con la ley de atracción ocupan mucha palabrería para hacer que las masas comprendan esta ley solo lo suficiente para seguir haciendo negocio por más tiempo, en cambio, los filósofos la enseñan sin buscar ninguna remuneración económica a corto plazo, aunque a largo plazo las riquezas y la fama los alcanza y sus nombres siguen resonando por la eternidad, tal es el caso de Epicteto o Marco Aurelio. Este último lo deja superclaro en esta meditación. “Tu mente tomará la forma de lo que con frecuencia tienes en tus pensamientos, porque el espíritu humano está coloreado por tales impresiones.»
Amigo mío, el poder de la mente es tan grande que aún no lo alcanzo a comprender, de lo que sí estoy seguro es que la madre de todas las virtudes es la gratitud y que si estoicamente disfrutamos de lo que la fortuna nos ha concedido, el camino a conseguir lo que queremos será más llevadero y lleno de felicidad.
Gracias por pasar y que la buena fortuna y el amor te sonría siempre.